Tzvi Barel analiza, en el periódico israelí de izquierdas "Ha´aretz", la nueva situación en la que ha entrado el conflicto israelo - palestino tras el golpe de estado de Hamas en Gaza y reflexiona sobre las ventajas e incovenientes para Israel de entablar contactos con la organización islamista que ahora impone su ley en Gaza.
¿Gaza Primero?
Tzvi Barel (Ha´aretz).
El miércoles al mediodía, cuando se intensificaban los informes sobre la conquista de Gaza por el Hamás, el miembro de esa organización sonaba cínico por teléfono: "¿Y qué haremos ahora con esta victoria? ¿Contruiremos fábricas? ¿Erigiremos colegios? ¿Tenderemos rutas? Si vivimos en un gueto. Mañana o dentro de dos meses la gente saldrá contra nosotros y otras bandas también, si no hacemos un gobierno normal".
Esta voz racional representa el nuevo dilema del Hamás: el que conquistó la Franja e implementó por la fuerza la victoria política en las elecciones realizadas hace cerca de un año y medio, se encuentra ahora dominando la isla humana más densamente poblada del mundo sin posibilidad alguna de alimentarla, con una conducción dividida entre Gaza y la Margen Occidental y entre Damasco y los territorios, con un enorme arsenal de armamento, pero con un entorno árabe, y no sólo palestino, más hostil que nunca.
El dominio por organizaciones violentas de zonas de territorio dentro de otros estados no es un fenómeno nuevo. Parte de Irak está gobernado hace ya años de ese modo, En Afganistán es ya parte del sistema, así como en el sur de Sudán y en el Yemen. Es posible que también Gaza esté yendo por ese camino, porque es difícil ver cómo sus conquistadores cederán ahora sus conquistas.
Sin embargo, después de la expresión de repudio profundo contra el disparo de armas de fuego contra civiles, y la firme postura de que quien comete linchamientos no es digno de ser interlocutor válido –que ensombrece el hecho de que Israel sí negoció con la Autoridad Palestina después del linchamiento de Ramallah en octubre de 2000- no sólo los palestinos deben hacer su balance, sino también Israel. No se trata de un pase de factura por una política defectuosa, carente de dirección, que provocara la destrucción de la estructura gubernativa de los palestinos y abrió ante las facciones organizadas la oportunidad de tomar el gobierno. Ahora Israel debe decidir si una fuerza militar única, con autoridad y capacidad, que podría gozar también de apoyo político, es la solución correcta por lo menos en Gaza, aun si esta fuerza se llama Hamás.
Se trata de una fuerza que contiene todos los componentes que Israel exigiera de la Autoridad Palestina, aun desde su control por el Fatah. Se puede también esperar que el Hamás pueda quizás someter a las bandas familiares en Gaza a su voluntad y de ese modo cumpla con otro deseo: la unidad de armas palestina.
Porque si bien se mira, el Hamás que controla ahora Gaza es el mismo Hamás que respetó la Hudna (cese el fuego) con Israel, y más tarde la Tahadíah. Esta vez, Israel recibe también un bono: se trata de un gobierno que no lo obliga a simular que mantiene negociaciones ni que le debe nada. Es cierto que no era esta visión la añorada por Israel. Éste querría que todas esas buenas cosas fueran fueran implementadas por un gobierno palestino reconocido por este país, encabezado por un mandatario dispuesto a besarse con el primer ministro aun cuando éste le escupe en la cara.
Pero Israel no tiene tiempo para espejismos. El escenario de Gaza se arrastra ahora hacia la Margen Occidental, y no existe garantía alguna de que la cómoda división entre Fatahlandia y Hamastán, adoptada apresuradamente por Israel, en efecto se cumpla, y que las luchas violentas no estallen mañana en Hebrón o en Jenín. Pues la venganza tiene vida propia.
Por otro lado, no se trata del único escenario posible. El otro escenario es que los palestinos, Fatah y Hamás juntos, no puedan dejar que un pedazo de tierra se separe de todo el pueblo. Es de suponer, por ello, que en el próximo tiempo comiencen los contactos para la nueva formación de un gobierno palestino, en el que el Hamás, desde una enorme posición de fuerza, exija de nuevo su parte en la victoria política y militar.
Si así ocurre, será una nueva oportunidad para la corrección del error anterior. Porque luego de los incidentes de la última semana, parece que también Israel reconoce el interés supremo de evitar el fenómeno de "Gaza primero" 1. en su nueva significación. Israel está obligado, y de inmediato, a hablar con el gboienro palestino antes de que surja el gobierno de Jenín y el gobierno de Ramallah, el gobierno de Jericó y el gobierno de Hebrón, junto al gobierno de Gaza. Porque alguien, muy pronto, deberá preocuparse también por el millón cuatrocientos mil habitantes de Gaza, y sería mejor que lo hiciera el gobierno palestino.
Esta voz racional representa el nuevo dilema del Hamás: el que conquistó la Franja e implementó por la fuerza la victoria política en las elecciones realizadas hace cerca de un año y medio, se encuentra ahora dominando la isla humana más densamente poblada del mundo sin posibilidad alguna de alimentarla, con una conducción dividida entre Gaza y la Margen Occidental y entre Damasco y los territorios, con un enorme arsenal de armamento, pero con un entorno árabe, y no sólo palestino, más hostil que nunca.
El dominio por organizaciones violentas de zonas de territorio dentro de otros estados no es un fenómeno nuevo. Parte de Irak está gobernado hace ya años de ese modo, En Afganistán es ya parte del sistema, así como en el sur de Sudán y en el Yemen. Es posible que también Gaza esté yendo por ese camino, porque es difícil ver cómo sus conquistadores cederán ahora sus conquistas.
Sin embargo, después de la expresión de repudio profundo contra el disparo de armas de fuego contra civiles, y la firme postura de que quien comete linchamientos no es digno de ser interlocutor válido –que ensombrece el hecho de que Israel sí negoció con la Autoridad Palestina después del linchamiento de Ramallah en octubre de 2000- no sólo los palestinos deben hacer su balance, sino también Israel. No se trata de un pase de factura por una política defectuosa, carente de dirección, que provocara la destrucción de la estructura gubernativa de los palestinos y abrió ante las facciones organizadas la oportunidad de tomar el gobierno. Ahora Israel debe decidir si una fuerza militar única, con autoridad y capacidad, que podría gozar también de apoyo político, es la solución correcta por lo menos en Gaza, aun si esta fuerza se llama Hamás.
Se trata de una fuerza que contiene todos los componentes que Israel exigiera de la Autoridad Palestina, aun desde su control por el Fatah. Se puede también esperar que el Hamás pueda quizás someter a las bandas familiares en Gaza a su voluntad y de ese modo cumpla con otro deseo: la unidad de armas palestina.
Porque si bien se mira, el Hamás que controla ahora Gaza es el mismo Hamás que respetó la Hudna (cese el fuego) con Israel, y más tarde la Tahadíah. Esta vez, Israel recibe también un bono: se trata de un gobierno que no lo obliga a simular que mantiene negociaciones ni que le debe nada. Es cierto que no era esta visión la añorada por Israel. Éste querría que todas esas buenas cosas fueran fueran implementadas por un gobierno palestino reconocido por este país, encabezado por un mandatario dispuesto a besarse con el primer ministro aun cuando éste le escupe en la cara.
Pero Israel no tiene tiempo para espejismos. El escenario de Gaza se arrastra ahora hacia la Margen Occidental, y no existe garantía alguna de que la cómoda división entre Fatahlandia y Hamastán, adoptada apresuradamente por Israel, en efecto se cumpla, y que las luchas violentas no estallen mañana en Hebrón o en Jenín. Pues la venganza tiene vida propia.
Por otro lado, no se trata del único escenario posible. El otro escenario es que los palestinos, Fatah y Hamás juntos, no puedan dejar que un pedazo de tierra se separe de todo el pueblo. Es de suponer, por ello, que en el próximo tiempo comiencen los contactos para la nueva formación de un gobierno palestino, en el que el Hamás, desde una enorme posición de fuerza, exija de nuevo su parte en la victoria política y militar.
Si así ocurre, será una nueva oportunidad para la corrección del error anterior. Porque luego de los incidentes de la última semana, parece que también Israel reconoce el interés supremo de evitar el fenómeno de "Gaza primero" 1. en su nueva significación. Israel está obligado, y de inmediato, a hablar con el gboienro palestino antes de que surja el gobierno de Jenín y el gobierno de Ramallah, el gobierno de Jericó y el gobierno de Hebrón, junto al gobierno de Gaza. Porque alguien, muy pronto, deberá preocuparse también por el millón cuatrocientos mil habitantes de Gaza, y sería mejor que lo hiciera el gobierno palestino.
1. "Gaza y Jericó primero" fue otro de los nombres del Acuerdo de Oslo I en 1992, por ser los primeros lugares de donde Israel se retirara y donde comenzara a funcionar la Autoridad Nacional Palestina.
Fuente original: Ha´aretz (17/06/2006).
2 comentarios:
Lamentablemente ya hay Katiushas en poder palestino en Judea y Samaria.
Y en manos de Fatah son tan peligrosas como en las de Hamas.
Israel ya esta amenazado en los tres frentes.
Estimado Bajur:
Estoy de acuerdo contigo. Fatah y Hamas son dos caras de una misma moneda, los arafat boys de "moderados" no tienen nada.
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