domingo, 6 de mayo de 2007

El desgobierno israelí


Voy a reproducir este interesante artículo acerca de la situación actual de crisis y de debilidad del gobierno israelí, que he podido leer en la web progresista "Nueva Sión". Sin más preambulos os dejo con el texto.

El desgobierno israelí.

Por Rafael Bardají (GEES).
Hay dos cosas que Israel no puede permitirse: perder una guerra con sus vecinos y tener un gobierno pusilánime.

Israel fue incapaz de presentar de manera convincente una victoria decisiva en la guerra de El Líbano contra Hezbollah y desde entonces cuenta con un gobierno fantasma, una especie de zombi que goza de la suficiente estabilidad parlamentaria, pero cuya legitimidad y capacidad para actuar está funcionando en su mínima expresión.

A los israelíes les gusta devorar a sus dirigentes, pero en el caso de Olmert es todo lo contrario: es él quien está dispuesto a tragarse a sus ciudadanos aferrándose más allá de lo razonable a un poder que ya ni tiene ni le pertenece.

Kadima, el partido que lidera, nació con dos señas de identidad: ser el partido de Ariel Sharón, y defender la opción de la “desconexión” unilateral de Gaza.
Olmert, que ya no tiene a Sharón ni puede defender marcharse de Cisjordania, podía haberse elevado como líder en la guerra de El Líbano, pero por lo que se sabe de la investigación de la comisión Winograd, no lo ha conseguido.

Tzipi Livni, la ministra de exteriores se ha querido rebelar, pero al igual que su frágil partido, no tiene pasado ni, seguramente, tenga futuro, porque el problema de Israel no se reduce a un cambio de caras. Ni siquiera es un asunto de corruptelas y escándalos que se le acumulan al gobierno. El verdadero problema es que a Israel se le acumulan los enemigos y los problemas estratégicos sin que nadie en el gobierno haga algo o parezca dispuesto a hacerlo.

Los políticos de Israel han dado sobradas muestras de ser excelentes en lo táctico, cuando se trata de asuntos domésticos, y en lo estratégico, cuando se toca su seguridad y supervivencia nacional. El enroque de Olmert lo coloca fuera de estos parámetros.
Sus triquiñuelas para culpar a otros de su propia incapacidad no pueden estirarse por mucho más. Lo que está por verse es si Israel necesita más Kadima sin Olmert, lo que quiere Tzipi Livni, o si exige más, como la vuelta del Likud al gobierno.

1 comentario:

Anónimo dijo...

OLMERT,AFUERA!!!!!