Hace unos días, en la web de la organización pacifista "Gush Shalom" (el bloque de la paz), leí un texto de Uri Avnery que me llamó la atención. En ese escrito, el lider y fundador de dicha organización defiende que el himno nacional y la bandera del estado de Israel deben cambiarse y adaptarse a los nuevos tiempos, pues según su punto de vista la bandera azul y blanca con la estrella de David y el himno nacional "Hatikva" (la esperanza) sólo representan a la mayoría judía y marginan a la minoría árabe israelí.
Lógicamente, la idea de fondo es la siguiente: Israel debe abandonar su condición de estado judío y convertirse en un estado "para sus ciudadanos", es decir en un estado árabe más. Esta teoría es la misma que defiende Azmi Bishara y otros muchos políticos árabes tanto dentro como fuera de Israel.
Esa idea no me parece factible. Después de tantos años de conflicto la convivencia con los árabes en un mismo estado (como defiende Ilan Pappe y buena parte de la dogmática izquierda europea) o en "dos estados palestinos", como defiende Avnery, me parece casi quimérica.
Es curioso observar como este personaje ha acabado identificándose totalmente con el discurso del enemigo. Entiendo que deba mantenerse una autocrítica severa con los políticos y veo lógico que se busque el entendimiento con los árabes palestinos para intentar dar carpetazo al conflicto. Pero identificarse totalmente con el discurso propagandístico palestino ya me parece algo más peligroso, especialmente cuando ese enemigo te es totalmente hóstil y sus lideres carecen del pragmatismo político necesario para alcanzar unos mínimos acuerdos. La mejor prueba la tenemos en la cerrazón de Yassir Arafat en las negociaciones que mantuvo en Camp David con Ehud Barak en Julio del 2000.
En resumen, creo que Avnery se equivoca de camino al defender que Israel abandone el Sionismo. El avance hacía un Israel post-sionista se insinuó en la política de Ehud Barak y Shlomo Ben Ami, pero el fracaso de las negociaciones en Camp David y Taba, el inicio de la segunda intifada debido a la cobardía y al poco pragmatismo político de Arafat, y la espiral de violencia que ha azotado a Tierra Santa en los últimos años hacen hoy por hoy inviable esa alternativa.
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