lunes, 15 de octubre de 2007

La matanza de Haditha: un crimen que no puede quedar impune

Estimados lectores:

La población civil iraquí ha sido el colectivo más perjudicado con la invasión estadounidense del país árabe en Marzo del 2003. Los civiles son víctimas de las luchas sectarias, del terrorismo, de la pobreza, de la delincuencia organizada y también de la violencia arbitraria de las tropas estadounidenses. Un ejemplo de esto lo tenemos en la brutal matanza de Haditha, que tuvo lugar ahora casi hace dos años, en la mañana del 19 de Noviembre del 2005.

Ese día, de madrugada, una mina explota al pasar un convoy estadounidense compuesto por cuatro vehiculos, mata al marine T. J. Terrazas y deja a otros dos soldados estadounidenses heridos. La venganza de sus compañeros no se haría esperar y se cebaría con inocentes civiles iraquíes. Sus primeras víctimas fueron los ocupantes de un Taxi, cinco pasajeros, que fueron obligados a bajar del vehiculo y fusilados a quemarropa cuando tenían los brazos en alto.

A las 7, 45, los marines llegan a la población de Haditha y asesinan a varias familias como represalia por la muerte de su compañero. Conmovedor resulta el relato de la niña Eman Walid, una de las pocas supervivientes de la matanza en casa de sus padres:

"Primero entraron en la habitación de mi padre - un hombre jubilado de 76 años y paralítico - que estaba leyendo el Corán, y oímos disparos. Ví como disparaban a mi abuelo y a mi abuela". Posteriormente, según comenta la niña, los marines se dirigieron hacía la esquina donde los demás habitantes de la casa, todavía en pijama, se habían reunido. Los adultos trataban de proteger a los niños... todos menos Eman murieron, incluso su hermanito Abdulá, de sólo 4 años de edad.

En total en la casa de Abul Hamid, el padre de Eman, murieron 6 personas. A continuación, los marines se dirigieron a la casa de Junes Salim y mataron entre 12 y 19 miembros de su familia.
Posteriormente, los marines dispararon a varios iraquíes más - el número de víctimas ascendió a 25 -, todos civiles indefensos y en muchos casos hombres mayores, paralíticos, mujeres y niños.

Los marines dijeron en un comunicado que la mayoría de víctimas eran insurgentes y que había varias víctimas civiles que habían sucumbido debido al fuego cruzado.

Al parecer, la justícia militar estadounidense ha sido laxa y compasiva con sus muchachos pero este crimen es una inmoralidad de una gran crueldad y los culpables no deberían quedar sin su justo castigo.

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